miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Cómo será su cara?

-Mami.
-Mami.
-Ma.
-¿Que pasa? ¿No ves que estoy dormida?
-Ah no te vi. Perdón.
-Dime dime. ¿Qué pasa?
-No no. Me preguntaba algo nada más. Pero mañana te digo.
-
-Buenas noches.
-Lávese los dientes.

-Bueno mejor que estaba dormida. Ella odia hablar de estas cosas, y yo lo sé, por eso yo tampoco lo hago. Pero es que a veces me gana la curiosidad, ¿cómo será su cara? No creo que sea muy viejo, talvez dos o tres años mayor que mami. Me imagino que se conocieron en el colegio, mi mama era guapísima, he visto fotos, tenía el pelo largo largo ¿porqué se lo cortaría? No le debieron faltar novios. De hecho ahora que lo pienso me gustaría que tuviera otro novio, para verla sonreír, ella dice que no tiene tiempo para eso, y es cierto, a veces llega del trabajo y yo ya estoy dormido. Además siempre dice que no le hace falta ningún hombre, “ningún hijo de puta vago” grita a veces y luego se ríe, pero una risa seca, cansada.

-Y si, si ella no lo necesita pues yo tampoco. Hemos sido felices hasta ahora. No creo que él me haga falta, no creo que me haga falta cuando quiera andar en mi bici y nadie me enseñe, ni tampoco cuando haga esos regalos de la escuela, nunca celebro el día del padre; tampoco creo que me haga falta cuando tenga mi primera novia y quiera saber que les molesta a ellas, a las mujeres. Ni me hará falta cuando me corte al rasurarme, aprenderé solo, aunque talvez me haga falta cuando quiera hablar de sexo, condones y esas cosas, mi mamá se sonroja si lo menciono, pero no, le preguntaré a mis amigos, lo mismo haré con mi primer auto, y es mejor, será el que yo elija, nadie me va aconsejar sobre carrocerías y motores. Pues si, creo que estamos mejor de lo que creemos, no me hace falta ni siquiera decir papi, papi, si, suena bonito. Pero no, definitivo que no me hará falta, pero, ¿cómo será su cara?


En nuestro país cada vez hay más mujeres líderes, pero líderes del hogar, abandonadas por hombres que huyen de la responsabilidad de criar a su hijo. Los índices de madres solteras aumentan, de niños que no conocen a su padre, y de padres orgullosos de su virilidad, pues claro, conquistaron a la muchacha y les salió barato, ¡ son unos grandes!

viernes, 13 de febrero de 2009

De cuando a Satanás se le ocurrió que dos personas del mismo sexo se podían casar

Ojalá Dios no me castigue si escribo de esto...

El matrimonio civil homosexual es un reconocimiento jurídico, que le permite a una pareja gay gozar de los mismos derechos de los que goza una pareja heterosexual unida civilmente. ¿Están entendiendo? No, no es que las parejas homosexuales van a invadir las iglesias y lanzar arroz rosado al salir o algo por el estilo, es una unión civil, no un matrimonio católico.

Ahora, se tiene conocimiento de la homosexualidad desde el inicio de la vida, prácticamente ha estado presente en todas las épocas y en todas las civilizaciones, por supuesto con diferentes grados de reconocimiento y divulgación pública; pero parece que en el último par de años la comunidad gay ha ganado notoriedad en medios de comunicación y en tertulias hogareñas. Claro, antes estaban ahí, existían, pero el problema es ahora; el problema es cuando ese tío que todos saben que es homosexual y que vive con su pareja hace años (claro, para la familia él no es homosexual, solo está muy ocupado para una novia, y su pareja no es su pareja, es su mejor amigo) desea que su reconocimiento como persona completa y realizada se extienda al plano conyugal, al plano jurídico.

Y es que más que el dicurso de la igualdad y el amor que muchos defensores de esta propuesta han utilizado, (que es totalmente válido y verdadero, pero a la gente el amor no le entra en la cabeza, solo entienden el que se hace entre un pene y una vagina) los derechos humanos juegan el papel protagónico en medio de este caos. Derechos humanos que van más allá de la utópica igualdad, son derechos concretos: seguridad social, impuestos, herencia, etc. Que le son completamente negados a una mujer, por ejemplo, que ha convivido con su pareja por más de veinte años, después de ser rechazada por su familia por ser lesbiana, muere, y no le queda opción para proteger y asegurar a su pareja, pareja que cuidó de ella durante su enfermedad, pareja que compartió bienes y gastos a lo largo de su relación, pareja que ahora por ley, solo le quedan los recuerdos.

Parece que la última palabra, por lo menos en nuestro país, la tiene la todopoderosa Iglesia Católica, que con argumentos tan simplistas como la función reproductiva de un matrimonio (extraño, ¿que sucede con las parejas estériles? ¿ellas tampoco deben ser llamadas matrimonio?) siguen impidiendo el progreso de una sociedad conformista, que no ve más allá de lo establecido, aunque eso signifique darle la espalda a los suyos y a una realidad que a muchos incomoda, pero que no va desaparecer por más intentos de descalificarla, estereotiparla, estigmatizarla e ignorarla se hagan.

Mientras se hacen los trámites para un referéndum (por que nuestro país está en óptimas condiciones económicas para realizar este proceso) Satanás le sigue pidiendo a Dios que la unión civil homosexual sea eliminada de su lista de pecados.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La disculpa

Que extraño, hace ya días no lloro, bueno, es que últimamente he estado tan contento; pero después te contaré de eso. Estos últimos días te he notado tan distante, ya no te ríes de mis bromas, ni siquiera te enojas si llego tarde a la casa, pero al día siguiente tienes esa cara, esa cara que uno pone cuando pierde un exámen, o cuando tu mejor amigo te grita, y eso es peor que el regaño.

A veces recuerdo cuando era niño, todo lo que hacía era un logro a tus ojos, estabas tan orgullosa de mí, pues claro, era tu pequeño príncipe, era el único hombre en el que podías confiar. Yo no te abandonaría jamás como lo hicieron ellos, yo no te defraudaría jamás como lo hicieron ellos, yo no trataría a las mujeres como te trataron ellos a ti. Y me encantaba, era mucho más simple así, cuando ambos imaginabamos mi futuro, cuando ponías las esperanzas que te quedaban en mí, solo en mí.

Pero hace ya varios meses que me di cuenta que no quiero ese futuro, o quizá siempre lo supe, pero es que tú lo anhelabas tanto para mí, y para ti. ¿Cómo te lo iba decir? ¿Cómo decirte que yo era diferente? Pero ese tipo de diferente que a la gente no le gusta, claramente no quería verte llorar, ya antes habías llorado tanto. Y de alguna manera deseaba tanto que lo supieras, que compartieras mi felicidad, que fuera como si nada hubiera pasado, que viviéramos en un mundo donde el amor es simplemente amor, no un juego de reglas y prohibiciones donde solo algunos pueden jugar.

Porque si lo conocieras se que pensarías diferente, él me ha tratado bien te lo juro, nunca he sonreído tanto, ni siquiera con aquella niña del primer grado con la que una vez dije que me casaría. El me quiere así como soy, claro en ocasiones discutimos, como cualquier pareja, somos como cualquiera, ¿por qué es tan difícil para la gente entender eso? Y es un caballero, el dice que algún día te conocerá, que te entiende, que es difícil para ti. Y tiene razón, todo iba de acuerdo al plan, yo iba encontrar una buena mujer, una de esas con sentido maternal, porque si tú no ibas a estar pues alguien debía cuidar de mi; y los nietos claro, querías una parejita, como mi hermana y yo. Pero ya esa historia que escribiste para mí no existe, ahora me miras con desdén, como lo hace el resto de la gente en la calle cuando el y yo nos abrazamos, y duele, duele saber que te lastimé, pero ¿sabes? a mi también me duele, ha sido difícil, desearía encajar de nuevo en tu vida, en el mundo, y lloro porque no puedo, porque soy así, cuando el sostiene mi mano se que soy así, cuando el me ve a los ojos se que soy así.

No te pido nada, ya me has dado todo, pero como me gustaría sentir de nuevo esa calidez en tus ojos, como me gustaría ser tu pequeño príncipe de nuevo. Pero mejor dejo de escribir, ya se hace tarde y quiero que leas esto antes de que te duermas; es simplemente una disculpa, una disculpa que no debería existir, pero que tú necesitas escuchar, y yo, yo necesito que me escuches.