martes, 13 de julio de 2010

Periodismo Escrito II

Los Invisibles

Homosexuales luchan por el reconocimiento legal de su vida en pareja

Ahí están: pagando impuestos, formando parte de la fuerza laboral del país y manteniendo relaciones estables y duraderas. Pero no se ven, nadie los ve.
El proyecto de ley Sociedades de Convivencia pretende incluir a las parejas homosexuales dentro de un marco legal que los visibilice como ciudadanos, como dueños no sólo de deberes sino también de derechos.

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Ignacio y Divian se conocieron hace más o menos 10 años. En esos días, la página gay.com era la más popular. Ahora, en estos días, ellos son prueba de que lo efímero y frío del Internet son puros cuentos teóricos. Desde esas primeras conversaciones vía chat en marzo del 2000 hasta su primera cita el 4 de junio del mismo año –a ambos se les ve la fecha en los ojos, hay fechas que marcan- Ignacio y Divian han vivido su propio cuento de hadas escarchado y florido, excepto que no fue así. En Costa Rica las historias de amor entre homosexuales son de todo menos escarchadas y floridas, son más bien gestas heroicas, porque, aunque usted no lo crea, con respecto a este tema todavía vivimos en un mundo medieval.

Eso sí, la “validación” de las relaciones homosexuales está sustentada en la historia: En Europa Medieval, precisamente, las relaciones apasionadas y duraderas entre personas del mismo sexo eran alabadas, incluso historiadores afirman que en la Edad Media ya se celebraban las bodas entre hombres dentro de la Iglesia Ortodoxa. En la China antigua, el sexo entre homosexuales era algo común y las ceremonias de unión entre dos hombres eran majestuosas. O si queremos ser específicos podemos recurrir a la peculiar historia de las españolas Marcela y Elisa, casadas en secreto en La Coruña en el año 1901.

Pero el cambio real de la historia moderna llegó con el siglo XX. La revolución sexual significó el cuestionamiento y la modificación del concepto tradicional de matrimonio, numerosos grupos sociales que abogaban por la libertad sexual redefinieron las reglas estrictamente heterosexuales y promovieron la suscripción a un contrato jurídico que venía a representar el compromiso de dos personas, sea cual sea su sexo, a iniciar un proyecto de vida en común. Los beneficios serían los mismos: el reconocimiento legal y social ante los miembros de su comunidad de su amor y el conjunto de derechos y deberes paralelos a esa sociedad y sus leyes.

Para el año 2001, Países Bajos se convertía en el primer Estado que reconocía el derecho de las parejas homosexuales a efectuar este “contrato”. En ese país la ley aprobada fue la de matrimonios entre personas del mismo sexo, otorgándole la oportunidad desde entonces a más de 6000 parejas de ser cautelados por la ley como pares y de profesar un amor público. A los Países Bajos le siguieron Bélgica, España y Canadá.
Precisamente en ese año, Ignacio y Divian pensaban en la idea de vivir juntos, Divian ya vivía solo y las cosas se fueron presentando poco a poco: “duramos un año en que Ignacio se quedaba los fines de semana, a veces se quedaba a dormir a veces no y a veces me llegaba a chinear y todo, hasta que en diciembre del 2001 se pasó a vivir conmigo” declara Divian. La de ellos es de esas relaciones naturales desde el principio, no salieron de sus casas expulsados por ser homosexuales sino para formar un hogar propio, ya eran hombres homosexuales libres y felices, era tiempo de ser una pareja homosexual con las mismas características; pero esa era otra historia. Ya no se enfrentaban a la aprobación de la suegra o de los amigos, ahora la batalla era contra un aparato legal y político que les iba a obstaculizar de muchas maneras realizarse y llevar una vida común y corriente.

Para Costa Rica la lucha inició en el 2005, cuando en el Congreso Gay-Lésbico Costarricense –primer congreso público- se evidenció la necesidad de dotar de derechos civiles a las parejas homosexuales del país. De acuerdo con Marco Castillo, abogado redactor del primero y los sucesores proyectos de ley, la primera propuesta se presentó a la Asamblea Legislativa en setiembre del 2006 bajo el nombre de “unión civil entre personas del mismo sexo” y fue impulsado principalmente por la diputada socialcristiana Ana Elena Chacón con el apoyo del libertario Carlos Gutiérrez y el representante del Frente Amplio José Merino.
El proyecto desde su concepción busca crear el marco jurídico necesario para que las parejas homosexuales compartan los mismos derechos y deberes de una pareja heterosexual. Con esto, los bienes patrimoniales conseguidos durante la unión pertenecerían por partes iguales a sus integrantes de manera que se les reconozca el derecho de formar un hogar, por ejemplo, además procura que exista el derecho a la herencia; y que se tutele su unión como lo que es: un proyecto de vida en común.

“Desde el primer momento la Iglesia católica y los diputados fundamentalistas pusieron el grito en el cielo, decían que eso les sonaba a matrimonio, reservado nada más para la familia tradicional capaz de procrear. A mí es que el concepto de familia ya no me cabe en la cabeza seguro… ¿acaso una pareja estéril tampoco está incluida en la institución matrimonial ni es familia?” argumenta Castillo, identificando a la Iglesia Católica y a los diputados fundamentalistas como los principales enemigos del proyecto.

Mientras los “peros” morales y religiosos obstaculizaban el camino del proyecto en la Asamblea Legislativa, Ignacio y Divian ya vivían en carne propia el precio de ser legalmente invisibles para la sociedad. Cinco años después de ese mágico 4 de junio los tórtolos ya estaban listos para comprar su propia casa, hasta ahora habían vivido cómodamente en un departamento que una amiga de Divian había desocupado, pero la idea de la casita propia, del nidito de amor, encanta a todos y estos dos no eran la excepción. Como cualquier otra pareja con el proyecto de comprar una casa la primera opción de los muchachos era recurrir a un préstamo bancario –para ser sujeto de crédito se necesita un salario que respalde, un ingreso individual promedio no da la talla- ¿entonces como obtener ese financiamiento compartido? ¿Qué eran ellos ante el banco? La relación de Ignacio y Divian, estable, de más de 5 años y bien encaminada no podía ser categorizada legalmente: no era consanguínea y no era civil.

“El acuerdo fue que mi hermana e Ignacio la compraran, pero para poderlo hacer ellos debían tener algún tipo de relación. Entonces mi hermana, Mayra, se hizo pasar por pareja de Ignacio” Así cuenta Divian el primero de varios artilugios que tuvieron que realizar para esquivar las espinas del sistema; los tres cómplices se vieron en la obligación de pretender y crear el escenario que el sistema les pedía. “Yo me ponía a pensar ¡qué injusto!, porque estás hablando de tu identidad. Ponerse a fingir en esta etapa de tu vida es terrible”, asegura Ignacio.
Pero, ¿qué hubiera pasado si Mayra hubiera dicho no? No son todas las personas que están dispuestas a poner su nombre en un crédito, a fingir una relación que no existe y a exponerse frente a una entidad bancaria de esa forma. Las opciones de seguridad social y patrimonial para una pareja homosexual costarricense van de mínimas a nulas.
Ellos lo comprobaron una vez más cuando Divian aceptó un empleo fuera del país, mientras estuvo fuera enfermó. Al regresar ya no contaba con su trabajo anterior y, por ende, con todas las garantías sociales que este le brindaba. En ese momento dependía total y completamente de su pareja, de su pareja y del sistema de salud pública costarricense, pero ¡oh sorpresa! Invisibles de nuevo. Los costarricenses contamos con el seguro de salud, bueno, algunos: por el seguro familiar la esposa o compañera de los asegurados y los hijos solteros menores de 18 años, así como los estudiantes de enseñanza media o técnica menores de 22 años y los menores de 25 años cuando cursen estudios de enseñanza superior. También puede obtenerlo la madre del asegurado si depende económicamente de él, el padre si es mayor de 65 años o menor de esa edad en situación de invalidez, los menores de edad entregados en custodia definitiva por el patrono o Juzgado Tutelar de Menores y el esposo inválido o estudiante menor de 22 años que dependa económicamente de la esposa. ¿Divian e Ignacio? No.

Divian necesitaba medicamentos que la Caja del Seguro Social le podía brindar, pero ya no contaba con la cautela de su orden patronal y la de su pareja no tenía afinidad legal con él. El teatro comenzó de nuevo: los medicamentos fueron suscritos a la orden patronal de Ignacio, como si él fuera el enfermo, sólo así Divian tuvo acceso a los servicios que necesitaba y pudo recuperarse. “El sistema nos absorbe a nosotros, porque nos obliga a pagar impuestos igual que a los heterosexuales, pero también nos obliga a mentir, a hacer la pantomima de que uno es algo que no es para adquirir los derechos que como ciudadanos nos deberían corresponder” comentó Ignacio mientras relataba su historia, sí, su engaño, porque no tenían otra salida.
Todos estos vacíos legales estaban contemplados en aquella propuesta presentada en el 2006, que lentamente agonizó en el archivo gracias al argumento de que aquello era un matrimonio disimulado. Marco Castillo le dio forma entonces a una nueva propuesta basada en el modelo que se estaba gestando en Suiza y que estaba tomando fuerza en México y Colombia: Las Sociedades de Convivencia. El proyecto pretendía mantenerse al margen del Código de Familia y desmitificar la idea de que aquello era un matrimonio.

El nuevo proyecto –su última versión ya fue presentada a la nueva Asamblea Legislativa por el Movimiento Diversidad- de acuerdo con Castillo no sólo generaría derechos de alimentos, casa, vestido, gastos médicos o regulación patrimonial sino que desalentaría la discriminación al visibilizar la diversidad de formas afectivas distintas a la convencional. En pocas palabras “…que el Estado reconozca la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos”.

Hoy Ignacio y Divian mediante testamentos –gasto extra que debe salir del bolsillo de los interesados y que para parejas heterosexuales es inherente- han logrado asegurar su patrimonio, por el que han trabajado juntos durante 10 años. Recientemente cuando realizaban el trámite para tener cuentas bancarias compartidas se vieron en la dolorosa obligación de anotar “amigo” en el renglón que solicita el parentesco de los sujetos; la palabra amigo que nunca englobará la historia de dos compañeros, amantes, socios, camaradas, novios y almas gemelas, todos términos faltantes en la estructura burocrática costarricense.

La última versión del proyecto Sociedades de Convivencia fue entregada y presentada a La Asamblea Legislativa hace escasos meses en un panorama oscuro para las minorías sexuales del país; después de casi 3 años donde en la Asamblea Legislativa, específicamente en la Comisión de Derechos Humanos presidida por José Manuel Echandi y de la mano de Guyón Massey “…han hecho cualquier cosa que se les ocurra para que el proyecto no se apruebe” según Castillo. En este nuevo gabinete diputados de los partidos Renovación Costarricense, Restauración Nacional y Accesibilidad Sin Exclusión –irónicamente- se oponen firmemente a la aprobación del cuerpo legal; aunado a esto la recién presidenta electa del país, Laura Chinchilla, ha manifestado su desinterés en el tema argumentando que “… claramente no es una prioridad”.
Sin embargo si ha sido prioridad para Divian e Ignacio en los 10 últimos años –y para muchos otros ciudadanos invisibles- claro está. Y lo es para varias instituciones que han proclamado su apoyo a la consigna de igualar los derechos de las minorías sexuales, entre ellas las Universidades Estatales del país, la Defensoría de los Habitantes y más recientemente el Ministerio de Salud liderado por la Dra. María Luisa Ávila: “yo creo que en este tema somos una sociedad bastante hipócrita (…) si usted ejerce libremente y con responsabilidad su sexualidad va a ser un ser humano pleno”.

Varios de los ministros de la administración Arias, incluida la Dra. Ávila, recibieron fuertes críticas por apoyar públicamente los derechos civiles de los homosexuales. Ante las críticas la actual Ministra de Salud mantiene su postura afirmando: “el Ministerio ya emitió su criterio técnico y se mantiene con él: reconocer legalmente a las parejas homosexuales trae consigo una serie de ventajas para la salud pública, entre ellas la reducción de la feminización del SIDA, de las enfermedades de transmisión sexual y sobretodo de las tendencias depresivas y de autoeliminación de las personas homosexuales que son rechazadas por la sociedad”.

Como dicen Divian e Ignacio, a estas alturas del viaje ya son unos “mañosos” y 10 años de experiencia les han ganado una actitud diferente hacia la vida. ¿Cansados? Tal vez, pero deseosos de un cambio aún más. Todavía les quedan retos que enfrentar y pasos –tomados de la mano- que dar, las preocupaciones han cambiado: la jubilación, la enfermedad, la vejez. Preocupaciones que tenemos todos los ciudadanos, inclusive los invisibles, porque a ellos ¿quién los respalda?

Estos dos ya pasados de los 30, pero todavía delgados, mantienen su casa impecable y su sonrisa intacta. Ignacio es analista de cargos y Divian se dedica a la administración de una compañía de procesamiento monetario en la web. Satisfechos casi con todo.
Recientemente avances legislativos en México y Argentina le han devuelto la esperanza a la comunidad homosexual latinoamericana de convertirse en ciudadanos de primera clase en su país natal. Aquí, Ignacio siempre se levanta primero que Divian y prepara el desayuno: “(entre risas) no siempre… pero es mi forma de decir que tengas un buen día, te quiero” los fines de semana sacan a pasear a sus perritos Simón y Lula y todas las noches Ignacio se duerme con las gallinas, “ese siempre fue un problema, él es diurno y yo nocturno pero bueno…” se ríe Divian junto a Ignacio, ambos saben que todo lo que piden, lo merecen.

5 comentarios:

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  2. Esto es una parodia ke me pasaron por internet un poko ironika y sarkastika hacia los katolikos kon el tema del matrimonio, tal y komo ellos lo hacen kon los homosexuales

    Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.
    El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.
    Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos. Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.
    Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la Iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por “el qué dirán” o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.
    Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma no es más que una manera un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.
    Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente sobre el que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: también estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.
    Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo “¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”.
    Veo ese tipo de críticas y respondo: si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.
    Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.
    En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.
    Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.

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  3. corazón, vos sabés mi posición al respecto, y bueno que te puedo decir, esto lo reafirma, estuve apunto de derramar las lágrimas... me da un no se que pensar que este país este en los mejores momentos del oscurantismo...
    yo no se como podemos proclamarnos país de paz y democracia e igualdad si n podemos tener el minimo de respeto y equidad entre todas las partes...

    te dejo una frase zapatista que la dijo Marcos ...
    "Democracia es que los pensamientos lleguen a un buen acuerdo.
    No que todos piensen igual, sino que todos los pensamientos o la mayoría de los pensamientos, busquen y lleguen a un acuerdo común, que sea bueno para la mayoría, sin eliminar a los que son los menos."

    Ojala algun dia esta sociedad cambie y me alegra q haya gente como vos que todos los dias hace el cambio!
    MUA

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  4. tenés qe saber que quedé encantada con tu blog!

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  5. Para mí es frustrante tener que estar luchando continuamente contra la sociedad, el estado y la moral. Me parece sumamente injusto que el estado costarricense, actualmente, haya decidido que AnneC debe ser feliz dentro de los parámetros previamente establecidos. Pero aún, cuando todo el mundo se me viene encima, no hay momento en que me sienta más feliz que cuando estoy con mi novia. Qué reconfortante es toparme con gente que no condene mi felicidad

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