martes, 29 de diciembre de 2009

ceronueve

Empezó conmigo dándole duro a la olvidada, pero es que no se quedó en Sudamérica, volvió. Entendí que eso que él y yo tenemos es para la eternidad, somos majaderos. Me fui para San Lucas pelón y conocí a los que me van a acompañar el resto de mi vida, obvio no llegué bronceado. Luego cumplí 20 pareciendo de 18, algunos hijos de su madre dicen 16. Me emborraché por primera vez con 2 ó 3 cervezas, eso no ha cambiado. También me obsesioné, que bichillo más lindo; prometí no obsesionarme de nuevo. No cumplí. La siguiente en la lista de obsesiones fue la bandera de colores, por la que lloro, sonrío, respiro y por la que usted me está leyendo. Y llegó ¡llegó! que emoción cuando lo veía, si de chiquitillo hubiera soñado con un príncipe azul sería como él. Yo quería que mi historia se acabara ahí, no ocupaba más que a mi principote. Pero Disney miente y esos príncipes siguen siendo hombres, si él dijera la verdad estoy seguro que El Príncipe Azul hasta a Malévola hubiera montado al caballo. No se me acabó la historia, no se me acaba todavía. Lloré, por él, por que Christina no ha tenido un éxito hace mucho tiempo, porque Alexandra Loría me sigue pateando las bolas, porque se murió Michael, porque la gente engorda y porque todo mundo se va de viaje menos yo. Ya casi al final besé dos en la misma noche, compré elefantes, desfilé orgulloso de mi bandera, me acordé que las mujeres también saben besar, tuve aventurillas, tuve mal sexo, tuve buenas fantasías y me arrepentí sólo de decir sí, nunca de decir no. Sigo siendo un chiquillo miedoso aunque para algunos ya sea un hombre de experiencia, creo que todo depende. Me doy cuenta que cada vez me vuelvo más exigente y Oh cada vez se hace más chiquitillo, que cada vez me cuesta más quitarme la camisa en la playa y menos en un cuarto. El año se me fue, se me fue el principote y se me fueron las ganas de buscar uno nuevo, bueno, hasta el sábado.

Pal cerodiez yo sigo escribiendo, me siento gay, usted lea, sálgase del clóset; o no, métase y lee a escondiditas, le prometo que le van a dar ganas de salir.

martes, 22 de diciembre de 2009

Usted es un hombre hermoso

Nunca había visto marcas así en las mejillas de alguien, son como milagros. Y sus manos, no son como las mías, son más duras, del tamaño justo, limpias y quiero que me tomen. Los ojos, me dicen que me quieres, ¿si? Y por supuesto el ombligo, ni tan profundo pero caigo caigo caigo.

Eso es físicamente.

Es gigantesco. Lo he sentido en tu pecho y en el mío durante esos pocos momentos que la suerte me ha dejado estar sobre su cuerpecito. Pero eso no es lo que me fascina, es que es tímido y joven, casi como el de un bebé. Hasta ahorita habla, hasta ahorita siente, y yo quiero que tiemble, ¿ya?

Eso es del corazón.

Habla mucho como yo. Es astuto, pero yo sé que es más inocente. También sé que es el cómico de sus amigos, sé que muerde y sé que sufre. Pero me gusta pensar que despierta y sonríe, es chiva, yo llevo 35 días haciéndolo y me veo más guapo de lo contento.

Eso es del carácter.

Como si fueran años.

Eso es de cuando está conmigo.

Usted es un hombre hermoso, no sé si lo sabía.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Bochinchero

Los primeros pasos me aterraron, probablemente así se sintió Cristóbal Colón cuando llegó: puro desconocido mirándolo raro, extrañas elecciones para vestirse y la música, bueno no, no creo que en 1492 estuviera sonando Todos me miran.

Más oscuro que a los que acostumbraba ir a apretar chiquillas, y las chiquillas que estaban acá ni me vieron, golpe al ego. Nunca había visto gente tan feliz, tan sonriente y definitivamente no había visto parejas besando con semejante deseo y urgencia, tan cómodas que dan ganas de hacer lo mismo.

Ya hace tiempo de esa primera vez, ya he besado como loco y bailado como loca en esa oscuridad de colores. Todavía hay gente que me mira raro, aún las chiquillas ni me ven (de todas formas paso horas arreglándome para que los que me vean sean los chiquillos) y ya me sé todas las de La Trevi.

Pero lo que me sigue impresionando más es la puerta, es como la de Narnia, se abre a otro mundo. Porque cuando salgo a las 3 ó 4 de la mañana (si la fiesta estuvo buena) la gente feliz y sonriente se acaba, la pareja urgida por besarse ahora está urgida por tomar taxis separados y aún más por llegar a su casa y llamar al otro para decir lo que no pudieron decir afuera: “hey la pasé genial, te quiero”

No los culpo, ahí afuera no suena La Trevi ni Madonna, ahí afuera el deseo de besar solo es aceptado si es entre una boca bigotuda y otra pintada de rojo (de esos también he visto adentro), ahí afuera las miradas raras si son peligrosas y ahí afuera probablemente algunas de las chiquillas se sientan en la obligación de verme y sonreír. Puta realidad.

Yo me cago en afuera y adentro, debería ser aquí y ahora.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los muy muy

Se creen los muy muy.

Caminan por la calle y no miran a nadie, es que los miran a ellos. Presumidos, niños creídos.

No les importan sus vidas pasadas, ¡chao! No es desvergüenza, más bien madurez.

Quieren intensamente y aman con locura. Solamente a sus amigos.

Tienen todo lo que quieren y hasta lo que ya no quieren.

Dos pasiones bravas: no son las mujeres ni los feos.

Vergüenza de nada, pena de todo.

El ugly de ellos es beautiful.

Son mi fiesta y mi confesión, mi risa y mi dolor, mi guaro y mi salvación.

Si son muy muy.

Muy muy los encontré, muy muy me enamoré.