Cuando se tiene un hijo o una hija, las labores de los padres son muchas: enseñarlos a comer solos, a caminar, a decir mamá, a tener buenos hábitos y a encajar con el resto del mundo. Pero toda esa estimulación muy pocas veces incluye una formación y educación en la sexualidad. La sexualidad de los niños se queda en pipi, se les prohibe hurgarse la nariz y también por ahí, crecen como adolescentes curiosos, y miedosos, miedosos de su propio cuerpo y de el de los demás, claro eso hasta que las hormonas empiezan a gobernar todas las cabecitas. El puberto de 15 está listo para una vida sexual con su guila de 14, ya ha visto varias películas de Jenna y en el recreo hasta le tocó ahi abajo. El puberto de 15 y su guila de 14 ahora son papás sin papás, que claramente sufrieron la decepción de sus vidas, toda una vida inculcando buenos valores y así les pagan.
La educación sexual no puede ser dejada en manos de los compas del cole, ni en la misma escuela o colegio, donde existen en su gran mayoría progamas de educación sexual prácticamente obsoletos, donde se tratan los temas con un cuidado que se convierte en moralismo innecesario. La información y el hablar con la verdad sirve más que el condón que le regaló la orientadora al puberto y los 5 centímetros de tela más que le agregaron a la enagua de la guila.
La educación sexual es un proceso de toda la vida, pero si se nos ponen los cachetes rojos cuando le decimos pene a nuestro hijo, nuestra vida sexual nunca va ser sana, el orgasmo nunca va ser orgasmo, el placer nunca va ser placer.
La educación sexual no puede ser dejada en manos de los compas del cole, ni en la misma escuela o colegio, donde existen en su gran mayoría progamas de educación sexual prácticamente obsoletos, donde se tratan los temas con un cuidado que se convierte en moralismo innecesario. La información y el hablar con la verdad sirve más que el condón que le regaló la orientadora al puberto y los 5 centímetros de tela más que le agregaron a la enagua de la guila.
La educación sexual es un proceso de toda la vida, pero si se nos ponen los cachetes rojos cuando le decimos pene a nuestro hijo, nuestra vida sexual nunca va ser sana, el orgasmo nunca va ser orgasmo, el placer nunca va ser placer.
Coincido con vos ^^
ResponderEliminarCasualmente, hace poco escribí algo similar, pero en un tono mucho más... emmm... ¿Informal? (por no decir idiota).
Saludos
tiene razón, necesitamos orgasmos que sepan a orgasmo, placer que sepa a placer!
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