jueves, 20 de mayo de 2010

Serología

Ayer me desvelé. Fui a un chivo donde no canté ni tomé licor, aún así fue todo un logro despertar hoy. Tenía marcado el jueves 20 de mayo con rojo rojísimo en mi planificador y eso que yo no planifico mucho, por no decir nada. Después de la ducha obligatoria el desayuno que nunca lo es lo fue, no me bajaba nada por esta garganta nerviosa que en lo que iba del día no decía nada. Lo usual de verme muchas y repetidas veces en el espejo adquirió un significado diferente esta mañana, quería grabarme esta imagen que tengo en la cabeza porque a veces las noticias te deforman la cara y te cambian la vida. Salí al sol, el de hoy era como esos que odio: grandísimo y directo en mis ojos, sin embargo un frío polar me recorría este cuerpecito mío, que se ha convertido en río, diría Bebe, la grande –lo digo sólo por el placer de citarla- Vencí el temblor y me metí al bus –no me acuerdo de nada de lo que pasó en el bus- ya en la calle el miedo se incrementó, mientras caminaba tenía terror de que me asaltaran, de que me atropellara una moto, de que me gritaran playo, de toparme a mi ex y de quien sabe cuántas pendejadas más. Es curioso como la expectativa te hace vulnerable –no paranoico porque todas estas pendejadas son pendejadas que pueden pasar- vulnerable de verdad, casi frágil, así caminaba yo hoy.

No es que mis jueves sean así, soy ritualista y medio pendejo pero no para tanto. Este jueves fue así porque exactamente hace 22 días un enfermero –bastante amable y con una mano prodigiosa- llenó un recipiente con mi sangre para nada azul y se lo llevó a un cuartito donde tiene cantidades exageradas de los mismos, a mi me dejó con el algodón pegado en el brazo y la incertidumbre metida en el culo. Semejante incomodidad en el culo durante 22 días no me emocionaba -a pesar de lo que digan algunos- La tortura acabaría con una palabra: negativo. Empezaría con otra: positivo.

Los episodios de pánico iniciaron desde ese día, variados en formas y reacciones claro. Un día pensaba en todo lo que me falta conocer de mis sobrinas, otro día en que no iba a disponer del tiempo necesario para convertirme en un escritor reconocido y otros me imaginaba viejo, enfermo y feo, especialmente feo. Ahí estaba yo que me creía tan informado y tan pro-todo, sumido en el miedo y repasando episodios sexuales fallidos y exitosos. Ahora me veo y me río –me burlo de mí mismo en realidad- es impresionante la cantidad de tiempo que uno pierde condenándose a un destino sobre el que uno no decide, peor aún, que quizás llegue o quizás no.

De pronto ya estaba en la sala de espera, no solo –hace tiempo ya nunca estoy solo- rellenando cuestionarios de mi conocimiento sobre el virus, que por cierto creo que nunca es suficiente. Entré, se me cayó algo del culo, no sé si era la incertidumbre. La doctora –psicóloga- era rubia teñida, de cachetes rojos, la nariz también pero era porque tenía gripe, se lo noté en la voz. Era muy cálida y a pesar de la gripe su voz me quitó el frío polar del cuerpecito. Ahí entre sus manos con uñas bien arregladas tenía el papel con mi resultado, yo había visto esto en mis episodios de pánico y en películas, nada más. Hablamos, quiero verla de nuevo. Ya el papel era mío.

Salí de esa oficina/consultorio, me recibió tu abrazo como cualquier otro jueves, como cualquier otro día. El papel seguía siendo mío y ya no valía nada.

2 comentarios:

  1. Todo Cambia, de Mercedes Sosa fue perfecto para leer esto. Siendo yo el dueño de esos zapatos, esa canción sería un himno.

    Perdono la distancia de las publicaciones, esto basta y deja en que pensar. Deja ansias, incertidumbre, expectativas.

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  2. Pues parece que el mismo día ibamos a vivir algo muy parecido con iguales resultados, pero sin abrazo al salir de la consulta.
    Para todos aquellos que nunca se han realizado examenes de este tipo, quizá no entiendan el temor que siente uno al repasar lo que ha sido una vida sexualmente activa y que muchas veces por extremo cuidado que uno tenga en alguna ocasión queda con dudas.
    Y las dudas matan...
    Lo peor es que tu pareja pueda dudar de tu fidelidad por estar nervioso de recibir un resultado de una prueba de este tipo.

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